Ruta: AVA GARDNER

RUTA: AVA GARDNER

CUANDO LAS NOCHES DE MADRID OLÍAN A AVA GARDNER

Hubo un tiempo, alrededor de los años sesenta del siglo pasado, en que las noches de Madrid olían a Ava Gardner. Ese olor se componía de alcohol, Chanel y tabaco, al que se le añadía el del sudor después de una fiesta flamenca de madrugada. La actriz iba dejando ese rastro por donde pasaba. Más guapa cuanto más ebria: así era Ava en las noches de Madrid en las que ella ejercía su absoluta libertad.

La acompañaban los gitanos con las palmas, como si ser libre fuera ya un espectáculo.

Nadie era nadie en Madrid si no le había encendido un cigarrillo a Ava Gardner en Chicote, en el Corral de la Morería o en Villa Rosa. Pero si la buscabas en cualquiera de los colmaos donde solía abrevar, sucedía que no había llegado todavía o se acababa de marchar o hacía tiempo que no sabían nada de ella. La persecución de esta corza huidiza había marcado un itinerario en aquel Madrid, gris ala de mosca, donde los artistas de Hollywood que rodaban películas en España celebraban fiestas de esmoquin blanco alrededor de piscinas mentoladas. Ava Gardner no era un ave de paso como ellos. Había asentado sus reales en esta ciudad donde los camareros, los taxistas, los guardacoches, los mendigos que pedían limosna en la puerta de los tablaos te decían que nunca habían visto una mujer más bella, aun con el rímel corrido al final de una juerga.

Había llegado a España en 1953 a rodar la película Pandora y el holandés errante en Tossa de Mar, en la Costa Brava. Supo en seguida que este era un país exótico, lleno de tipos raciales, donde ella se encontraría admirada y protegida. En las primeras imágenes se la veía bajando del avión de Iberia en Barajas con un ramo de flores, o en la barrera de las Ventas con gafas de sol y sombrero de paja o en una capea con Luis Miguel Dominguín. A veces su figura se cruzaba con la de Hemingway o la de Orson Welles en la Cervecería Alemana de la Plaza de Santa Ana o en el Cock con Sinatra, en Oliver o en el Comercial con algunos periodistas y gente de la farándula, pero ella reinaba siempre por sí misma en Los Gabrieles de la calle de Echegaray, en la terraza de Riscal, en el Florida Park o el Pavillón de El Retiro y en todos los tablaos. Al principio de su estancia en Madrid, su guarida fue la suite presidencial 716 del Castellana Hilton, donde al pie del ascensor cada madrugada, después de la fiesta, se establecía una lotería de amor a última vista.

Luego vivió en el chalet La Bruja de La Moraleja y al final hizo famoso su estruendoso dúplex con ático de la calle Doctor Arce, n.º 11, donde las guitarras y el zapateado amenazaban muchas noches con reventar los tabiques. Hacia la mitad de los años sesenta su luz comenzó a apagarse, y un día de 1967 se fue a vivir a Londres. En Madrid, el rastro de su perfume terminó por esfumarse en el recuerdo.


1. Corral de la Morería

Morería, 17 - METRO: Ópera

La prensa especializada considera que el Corral de la Morería es uno de los tablaos donde se ofrece mejor flamenco. El New York Times lo ha propuesto como uno de los 1.000 lugares del mundo que ver antes de morir. Probablemente no lo eligiera sólo por la calidad del espectáculo y de la carta del restaurante -tiene una estrella

Michelin-, sino porque tan fascinante son los artistas que se han subido a su escenario –Antonio Gades, «La Chunga», Diego el «Cigala» o José Merce- como el público que lo ha visitado.

Además de Ava Gardner en la lista están Rudolf Nuréyev, John Lenon, el Sha de Persia, el Ché Guevara, que asistió de incógnito, o Salvador Dalí, que trató de entrar con una pantera.

 El Corral de la Morería se inauguró el 20 de mayo de 1956. Fue allí donde ella y aquel que la bautizó como "el animal más bello del mundo", es decir su tercer marido y artista inconmensurable Frank Sinatra, escenificaron una de sus disputas más sonadas. Ocurrió tras las cirtinas que separan el escenario del bar. Los testigos no vieron la pelea pero sí la escucharon: "De pronto se oyó un tremendo bofetón y la actriz volvió a la mesa llorando. Sinatra se fue sin pagar y nunca volvió”, relata Juan Manuel del Rey.


2. San Ginés

Pasadizo de Sn Ginés, 5 - METRO: Sol

Muchas noches de farra acaban al amanecer en la Chocolatería San Ginés, que abre 24 horas al día todos los días del año. Valle-Inclán ya se refirió a ella en Luces de Bohemia como la «buñolería modernista», un lugar de encuentro de todos los que se pierden en las inciertas horas de la madrugada. A Ava Gardner no se la veía volver siempre a casa. ¿Dónde estaba? ¿Qué hacía? Esta guarida es uno de esos sitios excepcionales que en sus más de 125 años de historia sigue siendo fiel a sí misma y sirve sus deliciosos y mundialmente conocidos churros con chocolate.

 Se trata de uno de los sitios más populares para tomar chocolate con churros, ya desde que se fundó en el año 1894, fue conocida durante la Segunda República como “la escondida” por su particular ubicación en el pasadizo de San Ginés, un callejón apartado de todo el bullicio. 

Es referenciada en obras literarias modernistas como “La buñolería modernista”, el histórico arco que la une con la iglesia en la que está situada aparece en los episodios nacionales de Benito Pérez Galdós  y está premiada con los honores del Círculo de Lectores y del excelentísimo Ayuntamiento de Madrid como Centro Histórico Turístico.

En 2010 se inauguró una Chocolatería San Ginés en Tokio, en el famoso y concurrido barrio de Shibuya, adaptando sus productos a los gustos del imperio del sol naciente. La expansión Asiática no se quedó ahí salimos a experimentar el mercado de China en Shanghai con gustos muy diferentes y en 2013 se expandió a Colombia, abriendo dos sucursales en Bogotá. En 2019 hemos empezado nuestra expansión en México.

 

3. La Mallorquina

Puerta del Sol, 8 - METRO: Sol

Con más de 125 años a sus espaldas La Mallorquina es una de las pastelerías más antiguas de Madrid. Desde sus ventanales, que dan a la Puerta del Sol, se han visto algunos de los momentos cruciales de la historia de España, como la proclamación de la II República o la acampada del 15 de marzo de 2011. Empezó con productos tradicionales de Mallorca, pero con el tiempo fue introduciendo en su carta otros de origen extranjero. Entre los dulces más populares que no faltan nunca en sus mostradores están las palmeras y las napolitanas de crema o chocolate. Uno de sus mayores atractivos es que sus pasteles han seducido a clientes de todo tipo, peones, aristócratas o estrellas de Hollywood.

  

4. Villa Rosa

Plaza de Santa Ana, 15 - METRO: Sol

El Tablao Villa Rosa, fundado en 1911, es el más antiguo de la ciudad. Llama la atención desde fuera gracias a su extraordinaria fachada de azulejos, obra de los ceramistas Alfonso Romero Mesa y Juan Ruiz de Luna que en 1927 representaron en estos muros alicatados los grandes monumentos de las capitales andaluzas y de Madrid. Imperio Argentina, Juanito Valderrama, Miguel de Molina o Antonio Mairena son algunos de los artistas flamencos que han actuado en este tablao del Barrio de Las Letras. Se convirtió en un lugar frecuentado por Ava Gardner y por muchas de las personas de su entorno.


Los 13 años que Ava Gardner vivió en Madrid dejaron huella, como bien saben camareros, taxistas, banderilleros y algún que otro torero. Veintinueve años después de su muerte (25 de enero de 1990), y gracias a recreaciones como la de la serie Arde Madrid (Movistar+, 2018), nos imaginamos la que fue su vivienda como un centro de operaciones del after hour madrileño de la época; un lugar donde no tenían cabida los tapetes de encajes, los visillos ni por supuesto las cruces de madera (salvo en el cuarto del servicio).

La serie escrita, dirigida e interpretada por Paco León (hace de chófer de la actriz) y los escenarios donde se desarrolla —como ese enorme salón con piano y acceso a la piscina, o la entrada con un modernísimo panel de madera— contribuyen a esa reconstrucción mental del universo de la "americana" libre y descarada.

 

 5. Lhardy

Carrera de San Jerónimo, 8 - METRO: Sevilla

Decía Galdós que Lhardy llegó a Madrid para «poner corbata blanca a los bollos de tahona».

Lo cierto es que fue el primer restaurante a la europea abierto en la ciudad y de esto hace más de 175 años. Aunque son platos tan castizos como el cocido, los callos a la madrileña y los riñones al jerez los que han dado fama a este establecimiento que forma parte por derecho propio de la historia de España. En sus seis salones, el Isabelino, el Japonés, el Blanco, el Sarasate, el Gayarre y el Tamberlick se han reunido y se siguen reuniendo los políticos del vecino Palacio de las Cortes y algunos incondicionales, como lo fueron los escritores Azorín, Rubén Darío o Julio Camba.

Como Curiosidad:

"La casa que burló la represión", proclaman los autores de Arde Madrid en la web interactiva desde la que se puede navegar por sus salones o el dormitorio de la actriz, y encontrar objetos como el documento en el que la protagonista de Mogambo pedía el permiso de reunión pertinente a las autoridades del régimen: "La srta. Ava Gardner solicita de este Excmo. Ayuntamiento autorización para celebrar una reunión social con cantantes de flamenco a las nueve de la noche en su domicilio de la calle Dr. Arce 11, evento que podría congregar a gran cantidad de personas de bien. Rogamos comprensión por parte de los agentes de la benemérita, que siempre serán bienvenidos para comprobar el correcto devenir del evento. Dios guarde a Vd. muchos años. Saludo a Franco. Arriba España. Madrid, 15 de agosto de 1961".

  

6. Chicote

Gran Vía, 12 - METRO: Gran Vía

En 1931 el carismático barman Perico Chicote funda la que es hoy la coctelería más antigua de Madrid. Su extraordinaria colección de botellas justificó el rótulo de «museo» en la fachada del establecimiento. En su interior se ha conservado la sobria decoración Art Decó del arquitecto racionalista Luis Gutiérrez Soto, autor entre otros edificios del Cine Callao, también en la Gran Vía. Aunque la época de esplendor de esta barra llegaría en las décadas de 1950 y 1960, cuando las estrellas de Hollywood la convierten en un lugar de referencia a su paso por España, bien porque vinieran a rodar en los Estudios Bronston, bien porque llegaran a la capital para promocionar alguna de sus películas. Además de Ava Gardner, en sus taburetes se han sentado Frank Sinatra (su esposo), Grace Kelly, Rita Hayworth, Sofía Loren, James Stewart o Gregory Peck. Era y es tan conocida, que el músico Agustín Lara le rindió homenaje en su canción Madrid, cuando canta «en Chicote un agasajo postinero con la crema de la intelectualidad». Una intelectualidad que estuvo muy bien representada por los cerebros de Severo Ochoa y José Ortega y Gasset. Luis Buñuel la bautizó como «la Capilla Sixtina de los martinis».

 

 
7. Loewe

Gran Vía, 8 - METRO: Gran Vía

Pocas casas de moda están tan estrechamente vinculadas a Madrid como Loewe, que comenzó siendo un taller de marroquinería abierto a mediados del siglo XIX en la calle del Lobo. El nombre se lo debe a la célebre familia de artesanos de origen alemán Loewe, que supieron desarrollar por primera vez en España el concepto de boutique europea y en 1939 se trasladaron a la Gran Vía. En tiempos de Alfonso XIII recibieron el reconocimiento de proveedores de la Casa Real.

A través de los icónicos bolsos que se han exhibido en sus escaparates es posible recorrer la historia del diseño del siglo XX. Sin darse cuenta Ava Gardner, una de sus clientas más sofisticadas y cosmopolitas, dio a conocer la marca madrileña fuera de nuestro país. Hoy tiene más de 200 tiendas en todo el mundo.

 

 



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